miércoles, 20 de octubre de 2010

De vuelta (de campana)...

Hola a todos de nuevo, después de tanto tiempo esperando un post en vuestro blog favorito, por fin lo tenéis aquí.

Tengo que decir que el título es mío a medias, me explico. Vivimos en un lugar paradisiaco, por lo menos para mí. Vivimos en una plaza cerrada al tráfico, rodeados de gatos, gatas y gatitos, de vecinos capullos que dan salsa a la vida, de vecinos morosos que no pagan la comunidad y por lo tanto no pueden ser presidentes de la misma, de vecinos mayores que no quieren ser presidentes amparándose en su edad, de vecinos alquilados cuyos arrendatarios no son presidentes porque viven fuera de la comunidad, de vecinos invisibles que tienen el piso vacío, en especial los días de junta de vecinos que hay cambio de presidente, de vecinos de otros bloques con sus diversas peculiaridades de los que destacan en especial dos vecinas, maravillosas con las que nos pasamos las horas muertas en los bancos de la plaza, en frente de casa, hablando hasta las tantas, incluso aunque al día siguiente haya que madrugar. Una de estas vecinas tiene una hija cuyo novio es el autor de la famosa fráse del título. Cierta noche su futura suegra le preguntó si iban a dar una vuelta a lo que el contestó: "sí, de campana". Me hizo mucha gracia la frase y ahí está, en el título.

A pesar de lo anterior realmente he cogido mucho cariño al barrio en el que vivo. Me explico:

Es un gustazo ir al mercado a comprar y tardar 2 horas en volver porque te paras con el carnicero, con el charcutero, con el pescadero, con el frutero, con el pollero... Cuando compramos en una gran superficie, elegimos lo que queremos, lo metemos en el carro y nos lo cobra una persona que no conocemos y que probablemente no volveremos a ver.

Es un gustazo volver del centro de Madrid andando a casa por la noche después de haberte tomado un café en uno de los múltiples que hay por el centro y de haber disfrutado de una cena-paseo-por-el-centro, con su ambiente mágico, único e irrepetible que no existe en ninguna otra ciudad del mundo (tan sólo se le acerca París).

Es un gustazo ver cómo tus hijas te dicen que les encanta la plaza y que necesitan bajar a jugar en ella.

Es un gustazo tener el metro a 3 minutos escasos de la puerta de tu casa.

Es un gustazo tener el trabajo a 15 minutos de coche (por lo menos de momento).

Pero lo que es un super-hiper-mega-gustazo es haberme encontrado con 3 seres maravillosos que ya habitaban la casa que ahora habitamos 4 o 6, depende del día. Me refiero al amor de mi vida, Mae y a Niki y Bruno, gata y gato de mis amores y mis entretelas.

Se aproximan grandes cambios en la estructura de la casa, nuevas decoraciones pero la esencia, el ambiente, seguiran siendo los mismos. Tengo muchas ganas de verlo terminado y no ha empezado todavía. Todo llega y todo se andará. Mientras tanto, por suerte, sigo disfrutando de mi vida, plena al fin y cada día que pasa, aunque parezca imposible, un poquito más.